Parado de larga duración, como gestionar un drama personal y laboral

En España hay, actualmente, 1,5 millones de personas que llevan más de un año buscando trabajo. Medio millón llevan más de 4 años en esta situación. Y subiendo.  España suma el 30 % de los parados de larga duración que hay en toda Unión Europea (UE). Por detrás de España tan sólo están Grecia (40,6 %), Italia (34,5 %) y Bulgaria (28,4 %), duplicando las tasas de Alemania (15,7 %) y Francia (14,5 %).

La figura del parado de larga duración en España es un problema que siempre ha existido, pero que ha ido a más con la pandemia.  En concreto, este perfil de desempleado se multiplicó por ocho desde el inicio de la crisis de 2008, alcanzando los 3,5 millones de personas en el año 2013. Las cifras comenzaron a descender a mediados de 2014. Sin embargo fue algo momentáneo. En marzo de 2020, con el estallido de la pandemia COVID-19, volvió la tendencia alcista. Además, el paro de larga duración no es sólo un drama personal para la persona que lo soporta. También supone un doble problema para el sistema de la Seguridad Social: perdida de ingresos por cotizaciones y pago de prestaciones a las personas afectadas.

Ser parado de larga duración es una etiqueta con la que mucha gente se levanta cada día. Sin embargo, no afecta a todo el mundo por igual. Es evidente que no es lo mismo quedarse sin trabajo con 23 años que con 50 ó más. Estos trabajadores tienen un mayor riesgo de ser despedidos a medida que avanzan en edad, tardan más en encontrar otro trabajo y se ven obligados a emprender, convirtiéndose en autónomos cuando son expulsados del mercado laboral. No en vano, y según datos de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), de marzo de 2017 a marzo de 2022, los autónomos de más de 45 años aumentaron, en España: un 8 %, pasando de los 1.163.512 a 1.255.441, en el caso de los hombres, y un 15,62 %, -de 619.971 a 716.849- entre las mujeres.

La situación de un parado de larga duración se puede explicar por muchas causas (desajustes en los planes de formación, ineficiencia de las políticas activas de empleo, discriminación por edad) que termina desembocando, muchas veces, en una situación coyuntural que acaba con miles de personas apartadas de la vida, de la sociedad (vivir cuesta dinero). Además, son personas que terminan con la autoestima absolutamente por los suelos, puesto que dependen de su entorno para vivir. Y a nadie le gusta depender de nadie, suponer un gasto extra para nadie.

Estereotipos que no se ajustan a la realidad

Así es, existen estereotipos que se achacan a este colectivo como que la rigidez en el aprendizaje o la obsolescencia del mundo tecnológico les mantienen en su situación. Nada más alejado de la realidad. En muchos de los casos, el parado de larga duración es un colectivo que lleva mucho tiempo adaptándose a los nuevos roles del mercado. Desde las instituciones hay que hacer una apuesta muy clara por la formación, el networking o el autoempleo. Se trata de conseguir que, en ningún caso,  profesionales de 50 años se desvinculen del mercado laboral de manera prematura e injusta.

No perder la ilusión. Todo puede cambiar en un segundo

En el caso de un parado de larga duración siempre se puede correr el peligro de caer que en un estado de ánimo de desilusión y desesperanza en su búsqueda de empleo. Hay que luchar contra ello. Todo puede cambiar en un segundo. Es fundamental romper este bloqueo (y puede hacerse). En palabras de Víctor Kuppers, un conferenciante internacional de éxito, con una larga trayectoria en el mundo de la motivación y el desarrollo personal, “en la búsqueda de empleo, el conocimiento y las habilidades suman, pero la actitud multiplica”. En los procesos de selección, la actitud es muy valorada. La mayoría de las veces, incluso más que las habilidades o los conocimientos que se puedan presentar en el curriculum.

Para cambiar su situación emocional, el parado de larga duración debería:

  1. Apoyarse en el entorno cercano. Que las personas que apoyan (familiares, amigos…) ayuden también a tomar decisiones en un momento complicado como el que se vive.
  2. Cuidar el entorno emocional

Apoyarse en personas positivas en básico para cuidar la salud emocional. Estas personas ayudarán a no caer en percepciones y pensamientos distorsionados.

  1. Acudir a un servicio de orientación laboral

No estamos educados en la búsqueda de empleo así que la ayuda de un profesional puede ser muy valiosa. Existen muchos servicios de orientación laboral ofrecidos por ayuntamientos, servicios regionales de empleo y entidades sin ánimo de lucro en los que ayudan a gestionar emociones y actitudes negativas que perjudican en el proceso de búsqueda de empleo.

  1. Quejarse no ayuda

Vale, la situación está mal, pero de nada sirve buscar culpables externos. Sólo servirá para alimentar la autonegatividad y no asumir responsabilidades en la búsqueda de empleo.

  1. Nadia va a buscar empleo por uno mismo

Se puede encontrar ayuda, pero la responsabilidad de encontrar empleo es de uno mismo. Es importante que el parado asuma esa responsabilidad.

  1. Responsable no significa culpable

El parado no se debe sentir culpable de no tener empleo. Lo más probable es que no tenga culpa de su situación. Por lo tanto, el desánimo no tiene lugar y si la preparación (hay que reciclarse) para aprovechar la oportunidad que, sin duda alguna, va a llegar.

  1. Estudiar el mercado laboral

El mercado laboral está en un continuo proceso de cambio. Especialmente en los casos de parados de larga duración, puede ser que se esté buscando un tipo de trabajo que la evolución digital y económica ha hecho desaparecer.

  1. Marcarse un propósito, meta y objetivos

“Busco trabajo de lo que sea”.  Puede que se haya llegado a este punto. Si es así, habría que marcarse un propósito, una meta y unos objetivos a los que llegar. No todos valemos para todo. Hay muchos elementos que influyen. Por ejemplo, habilidades, complexión física o fortaleza mental pueden ser una barrera insalvable para acceder a determinados empleos. Mejor conocer las fortalezas y actitudes y actuar en consecuencia.

Adaptarse a las (nuevas) necesidades del mercado laboral, probablemente, no va a ser ni tan largo ni tan complicado como se pueda pensar. Todos tenemos algo que ofrecer. Trabajo de cada cual es buscar qué es ese “algo” y adaptarlo a lo que pide el mercado. Reciclado es la palabra.

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