El respeto a la dignidad de las personas es, desde que se aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DD HH) en el año 1948, el estándar internacional que siempre se aplica a la hora de garantizar el respeto de dos pilares básicos de lo que, siempre y en cualquier lugar y circunstancia, debería ser la vida humana: el reconocimiento de las libertades individuales y la defensa de unas condiciones de vida dignas a todos los habitantes del planeta Tierra.
El rol de garante y defensor de estos derechos ha correspondido, tradicionalmente, a los estados. Sin embargo, y teniendo en cuenta el escenario global en el que nos movemos, desde, hace ya bastantes años, se vio necesario establecer una regulación del respeto a estos derechos por parte de otros actores. Uno de estos actores –a buen seguro, uno de los más importantes de la escena social- son las empresas. Estas, en el desarrollo de sus actividades, acaban teniendo una amplia repercusión en el nivel de respeto de los preceptos contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Tanto al nivel general de la economía global, como al particular de las empresas españolas, en los últimos años ha sido clara una creciente proliferación de actuaciones encaminadas a fortalecer la defensa de los DD HH en el desarrollo de las actividades de las empresas. Lo han hecho llevando a la práctica a través de cinco actuaciones básicas:
- Aprobación de una política de compromiso
Es el primer paso, imprescindible, si se pretende garantizar la protección de los derechos humanos dentro de una organización empresarial. Dicha política debe plasmar el compromiso para con el respeto de los derechos humanos y la forma en que se va a actuar para cumplir este compromiso.
- Identificar los riesgos existentes en materia de DD HH y darles solución
La segunda actuación consistirá, a través del análisis de todas las actividades desarrolladas por la empresa, en identificar los principales riesgos para los DD HH existentes en la puesta en práctica de estas actividades.
En este punto hay que tener muy presentes los países en que opera la compañía, -en el caso de tratarse de una multinacional o tener proveedores extranjeros-; los riesgos específicos del sector y el análisis de toda la cadena de valor de la empresa. Como último paso, hay mitigar y prevenir los riesgos observados.
- Crear mecanismos de reclamación
Dar voz a aquellas personas que han visto sus derechos impactados por las acciones de la entidad. Para ello, hay que poner en marcha mecanismos que posibiliten recibir quejas y reclamaciones y, también, que permitan ofrecer soluciones a las mismas.
- Formar en DD HH a los trabajadores de la empresa
Es necesario y obligado integrar el respeto a los DD HH en la cultura de la empresa. Esto se hace a través de la puesta en marcha de planes de formación y sensibilización de las plantillas. Sólo si se actúa de esta manera, todos los trabajadores y departamentos de la empresa sabrán cómo actuar, de forma responsable y sin impactos negativos, en la defensa de los DD HH.
- Hacer una evaluación de los proveedores
En materia de defensa y protección de los DD HH, la empresa no sólo debe considerar un impacto directo a través del desarrollo de sus propias actividades. También tiene que considerar las que, de manera indirecta, realiza a través de las actividades y actitudes de sus proveedores.
Teniendo en cuenta que uno de cada seis trabajadores de la economía mundial trabaja en la cadena de suministro de otra empresa, será importante evaluar a todos los proveedores para ver si estos producen algún impacto sobre la defensa de los DD HH de los trabajadores. Así se evitará ser cómplices de vulneraciones, además de promocionar la expansión de actuaciones responsables a lo largo de toda la cadena de valor.